Parece mentira pero a mis 76 años, y lo que tengo batallado, cuando veo algunas decisiones que se toman por el gobierno y que a las claras va en contra del interés del pueblo, se me olvida cual es la solución y pienso, esto es imposible que nadie lo alabe. Y me equivoco.
Al principio, con mi candidez de crédulo esperanzado me decía, “para sus partidarios será como si fuera su niño guapo, todo se les perdona”. Pero con el tiempo vi que se hacían cosas mucho más grabes que no se les perdonarían ni al hijo guapo. Tenía que haber algo más. Y lo encontré.
Vi que el camino de su política cada vez se parecía más a la gallina de Stalin. Pueden desplumarla pluma a pluma y a pesar del dolor que padece el animal, al enseñarle unos granos de comida, los sigue sumisa. ¡Por fin lo tenía claro! Pero...
La cosa tenía cada vez más fallos. Se llegan a hacer cosas que no se toleraría ni en Corea del norte. ¡Ya estamos como al principio! El principal personaje de este espectáculo se me empezaba a aparecer rodeado de un aura, no se si de santo o diablo, con la que podría hacer milagros rodeado, eso si, de diablillos sumisos y gallinas desplumadas cacareantes. ¡Pero por fin se me hizo la luz!
Se pueden hacer barbaridades, se puede desplumar a un pueblo, se puede llegar a convencer a un hombre de que es un pavo, pero se necesita, como mínimo, una mezcla de las tres cosas.
La primera: Le seguirán porque “mi niño, tan guapo, no puede hacer nada malo”.
La segunda: Los malos fueron los que me desplumaron, pero mi amo me da algunas limosnas que los malos no me darían.
La tercera: Lamentablemente hay una tercera muy importante que, de no existir no estarían las otras dos. El pueblo no tiene memoria, unos alienígenas nos han cercenado una parte del cerebro. Por este sistema un político puede hacer lo que le venga en gana que, al cabo de un tiempo ya casi nadie se acuerda. Así vemos que el partido actual venderá a su madre si es preciso para alejar las futuras elecciones y de este modo poder estar en ellas prometiendo la Luna porque nadie recordará ya que nunca se han realizado las promesas anteriores.
A los que recordamos épocas anteriores llegamos a pensar que estuvimos en un mundo distinto, porque a veces la historia que vivimos no se parece en nada a la que se cuenta.
La historia cada uno la tuerce hacia el lado que le conviene. Aquella fué una guerra absurda, fomentada por un pueblo sin cultura y fácil de fanatizar para promover actos salvajes que alimentaron la revuelta. Perdida por querer mandar todos y no tener unión.
Mi padre (1), anarquista y policía, vivió y murió por la política, pero la familia siguió la historia y poco a poco, con trabajo, salimos adelante y llegamos a unos niveles de vida, muy aceptables.