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Pequeña historia de las fallas

Fallita infantil

El origen de la fiesta de las Fallas se remonta a la antigua tradición de los carpinteros de la ciudad, que en vísperas de la fiesta de su patrón San José, quemaban frente a sus talleres, en las calles y plazas públicas, los trastos viejos e inservibles junto con los artilugios de madera que empleaban para elevar los candiles que les iluminaban mientras trabajaban en los meses de invierno. Por ese motivo el día de la (momento en el que arden los monumentos falleros) siempre coincide con el día 19, Festividad de San José.

En el siglo XVIII, XIX y principios del XX, las Fallas eran, desde simples montones de maderos, a trastos entregados por los vecinos a los niños que los pedian "una estoreta velleta per a la falla de Sant Josep, el tio Pep" (1) como se canta actualmente en el incomparable El fallero.

Las Fallas fueron evolucionando y cargándose de sentido crítico e irónico, mostrándose sobre todo en los monumentos falleros escenas que reproducían hechos sociales censurables y critica social siempre con sentido del humor.

Sobre 1870 se persiguió duramente los festejos populares como el Carnaval y las Fallas. Esta presión provocó que en 1885 surgiera un movimiento en defensa de las tradiciones típicas, otorgando la revista "La Traca" premios a los mejores monumentos falleros. Este hecho provocó la competición entre los vecinos y dio lugar al nacimiento de la falla artística, donde no desaparecía la crítica, pero predominaba la preocupación estética.

En 1901, el propio Ayuntamiento de Valencia, otorgó los primeros premios municipales a las mejores Fallas.

En 2016 Las Fallas fueron declaradas Patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.

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