Recuerdo que hacía mucho calor. La abuela Manuela pasaba por la plaza con una cesta llena hasta los topes. Me ofrecí a llevarle la cesta y Manuela aceptó encantada.
Apenas habíamos dado cuatro pasos cuando vimos pasar a Luisita Sanzonil, corriendo como siempre, por la acera de enfrente.
A sus veintirés años y con un cuerpo de escándalo, es imposible apartar los ojos de ella. Naturalmente Manuela, ojo avizor, se dió cuenta enseguida.
-Está ya enamorada Paquito -dijo sonriendo.
-¡Que vista tienes, Manuela! -le dije- ¿Y tu como lo sabes?.
-Vente a casa, te invito a una limonada fresquita y te cuento lo que oi hace unos dias mientras hacía calceta a la sombra del soportal del bar de Eleno, justo a mi lado pasó lo que te voy a contar.
Era una oferta imposible de no aprovecharla y al cabo de un ratito, me contó lo siguiente.
Cierta tarde de verano, se encontraban en la plaza del pueblo de Mesxicotet, cuatro de los personajes más representativos de la población. Estaba el padre Nicanor, que no consentía en vestir sin su sotana porque le parecía una profanación de su cargo, Don Roberto el acaudalado dueño de la fábrica de chorizos que pasaba algunos días de verano en el pueblo, tampoco podía faltar Luisa Sanzonil, cajera de un supermercado en la capital y presidenta del club de fans del grupo “Los gatos escaldaos” y enamorada hasta las trancas de su cantante “Iginio Lopez On” y que se hacía llamar “Chus”, sobre todo para que no se le hiciera la broma de “Lo pezón”, para rematar el cuarteto, delante de una naranjada recién exprimida se encontraba nuestro amigo Juan, al que, cariñosamente llamaban Juanito Feliz por su carácter afable a sus ochenta años y que todas las vicisitudes de su dilatada vida no habían conseguido extinguir.
-Digas lo que digas -estaba diciendo en ese momento Don Roberto- nunca conseguiré entenderlo Nicanor. ¿De dónde os sacais que por guardar un hueso, que decís que es de la mano de San Soterio, hayáis peleado hasta con el Vaticano? Derrochado un montón de dinero y esfuerzos por algo que es imposible poder verificar. Supongo que el único beneficio es que tendréis un montón de fieles en peregrinación a tu parroquia. Pero que tú nos quieras colar tamaña bobada, me parece considerarnos con muy pocas luces.
-Mira quien fue a hablar -rebatió el padre Nicanor- tú que no distingues un Goya de un Pepe “el botija” de este pueblo y que comentaste el otro día lo que te habías gastado en comprar un papel con cuatro rayas que te han clavado como dibujado por Picasso. ¡Qué! ¿Lo vas a poner en un marco?