Mesxicotet a 1/5/2023 - Nº 1

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Hoy con...
Escuela de Verano

Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3

Al día siguiente nos reunimos en el despacho de Alba y pasamos a decirle las conclusiones a las que habíamos llegado.

-Mira Alba -dijimos inmediatamente ya que la vimos muy ansiosa por conocer nuestras respuestas al caso-, desde que comenzamos a leer las notas, teníamos la casi seguridad de saber lo que pasaba. Solamente uno nos desconcertó. El tercero. No nos cuadraba que fueran dos chicas y por esta razón las llamamos. Al ver que sabíamos lo que había pasado realmente no tuvieron mas remedio que confirmarlo.

La llamada Susana, fue con su novio a pasar unos momentos íntimos y divertidos, porque sabían que el jardinero y el de mantenimiento tenían esa noche libre.

La cosa se complicó y el chico, que quería mucho más de lo que ella estaba dispuesta a darle, se puso muy violento y la atacó cómo un salvaje en el momento que empezó la visión.

No hemos querido decirte nada hasta haber confirmado estos detalles.

La conclusión está muy clara. Se han producido unos pliegues en el tiempo y se han rozado dos momentos con unos pocos años de diferencia.

El profesor tuvo la visión de la profesora de francés y esta, a su vez, lo que vio fue a él, porque se juntaron dos tiempos distintos por unos pocos instantes.

El jardinero también lo vio y seguramente llevaba algún instrumento en la mano. El profesor Mengíbar supuso que lo atacaba con la azada, la pala o lo que fuera y el jardinero pensó que la regla era un garrote o espada.

Naturalmente si no confirmábamos lo de las muchachas la teoría hacía aguas; pero ya vimos que no, pasó lo que describía el profesor.

Faltaba la conclusión final y, al ver cual era la cuarta visión, la recreamos para confirmar que la teoría era absolutamente cierta.

La que no hemos encontrado es la quinta. Supongo que aún ha de haber otra, pero no sabemos cuando ni donde.

-Yo si -dijo Alba abatida- la separé porque podía afectar al colegio en gran manera.

-¿Qué era? Te juramos que no diremos nada, pero ¿Qué era?

-Vio a una mujer muerta en el pasillo, con un cuchillo de cocina clavado en el pecho.

-¡Santo cielo! -dije yo- ¿Y no sabes quien pueda ser?

-No, pero inmediatamente voy a dar orden de que nadie pase por ese pasillo hasta nueva orden. El jardinero y el de mantenimiento pueden entrar por la puerta de atrás. No sabéis lo que os agradezco el haber puesto en claro este asunto. Empezaba a perjudicar al colegio en gran manera. Lo que no se es cómo solucionar lo del asesinato, si de verdad ha de pasar.

-La verdad es que tampoco podemos tener la seguridad de cuándo. Desde luego tuvo que ser en un periodo en que Mengíbar estaba todavía con vosotros, pero el pliegue puede rozar con un tiempo posterior, aunque lo dudamos, las condiciones se están dando ahora.

-Imaginaros lo que puede pensar la policía si me presento diciendo que una visión me ha indicado que se va a cometer un asesinato.

-Desde luego, lo que no entendemos nos da miedo o pensamos que los otros están locos. ¿Qué pensaría un hombre de hace solo cien años al ver una imagen en tres dimensiones? ¡Magia!

Aquella noche era la última que pasábamos en el pueblo. Al día siguiente regresábamos a Valencia.

De repente tuve un extraño presentimiento. Tomé el teléfono y llamé, marcando nervioso el número de Alba.

Cómo no le había dicho nada a mi amigo me miraba extrañado.

-Alba -dije cuando descolgó-, vamos a ir para comentarte una cosa. Primero una pregunta ¿Están el jardinero y el de mantenimiento?

-No -contestó- es su noche libre.

-Mira lo que te digo -le dije procurando que entendiera que era urgente y esencial que lo hiciera- es muy importante. ¡No salgas de tu habitación hasta que hayamos llegado!

Salimos rápidamente y, aunque la distancia era corta, tomamos el coche para llegar lo más pronto posible.

Paramos en la misma puerta, llamamos al timbre y luego golpeamos con toda nuestras fuerzas.

A los pocos minutos, una de las profesoras nos preguntó que queríamos, y que sin el consentimiento de Alba no podían abrir a nadie.

-¡Llámala -grité-, llámala que es algo de suma importancia para ella y para el colegio!

La profesora dudó un instante, pero cómo ya nos había visto en compañía de la directora, por fin nos abrió la puerta.

-Venga con nosotros -le dije- acompáñenos a la habitación de Alba.

Lo más rápido que pudimos y acompañados por la profesora subimos rápidamente a la habitación de Alba. La puerta estaba abierta y en el suelo se podía ver una gran mancha de sangre.

La profesora comenzó a llorar y a gritar. Las habitaciones se fueron abriendo y tres o cuatro profesores más aparecieron por el pasillo.

-¡Alba! ¿Dónde está? ¿Qué ha pasado? -decían.

-Vengan conmigo -les dije- se donde está, es muy urgente, tal vez esté viva todavía.

Corrimos hasta el pasillo de acceso al invernadero. En el suelo, con un cuchillo de cocina clavado en el corazón, estaba Alba, la directora, y al fondo, terminando de desaparecer, la figura borrosa del profesor Mengíbar.

Epílogo.
Con nuestra declaración, a la policía le fue fácil dar con los culpables.

La pareja que fue sorprendida, estando seguros de que la directora iba a hablar con sus padre, fueron a rogarle que no lo hiciera. Fue la joven la que le pidió que no dijera nada. Era una pareja extraña, el violento y ella sumisa rayando el masoquismo. Pensaban estar muy enamorados y el hablar con sus padres hubiera sido, con toda seguridad, la separación y el no volver a verse nunca.

Alba se negó a guardar silencio y él, que esperaba en el pasillo, entró y le clavó el cuchillo en el corazón.

Después, sabiendo que tanto el jardinero cómo el de mantenimiento se encontraban ausentes, la tomaron entre los dos y la llevaron a la salida por el invernadero. En ese momento sonaron nuestros golpes en la puerta, y al ver el tumulto que se formaba, pensaron que ya les era imposible sacarla por la puerta de atrás sin llamar la atención, y se fueron rápidamente los dos a sus habitaciones abandonando el cadáver.

Si hubieran tenido tiempo, habrían limpiado la mancha de sangre, la hubieran sacado por la parte de atrás y la hubieran enterrado o dejado en medio del campo, nunca lo sabremos.

Este fue el fin de este desgraciado suceso en el que intervenimos y que fue, con toda seguridad, un pliegue en el tiempo.

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