Buenos dias: Mesxicotet les saluda.
Soy Paco Plumillas y así comienza mi andadura, la de un pobre reportero de los años 60. Así conocí al pueblo de Mesxicotet, del que, actualmente, soy cronista.
Son historias cargadas del saber popular y que, unas veces las he vivido y otras me han sido contadas. Yo las plasmo con mi pobre prosa para conocimiento de todos los que tengan a bien leerlas.
Las historias de pueblos como Mesxicotet nunca saldrán en los telediarios, pero gente como la abuela Manuela, Madaleno, etc nos mantendrán muy entretenidos.
El bar de Eleno es el punto de reunión de los personajes de Mexicotet. En estas conversaciones vemos como muchos Mesxicoteros tienen la formula para salvar el mundo y otros solo se preocupan de sus pequeños problemas.
Yo no he creído jamás en revoluciones ni en huelgas salvajes.Lo lamento. Han habido muchas y no dudo que para algo habrán servido. No mucho, la verdad. La más conocida, la francesa sirvió para cortar un montó de cabezas de ciudadanos y al cabo de un tiempo regresaron los reyes y Napoleón se hizo emperador.
Y entonces empezó la verdadera revolución, la revolución cultural con la imprenta. La gente podía leer, aprender, decidir, pensar... ¡No dejemos que ahora quieran que regresemos a tiempos en que la falta de cultura hacían a las personas manejables! Leer, olvidar la tele, leer, olvidar el fútbol, leer, no os creais nada, verificarlo y luego decidir. .
Matilda entra en la conversación con Manuela y con la poca vergüenza de la que hace gala, le pregunta a Manuela que ya está andando en dirección a la puerta.

-Manuela ¿Tu no vas nunca a la moda?, siempre te veo igual ¿quieres que te asesore sobre la ropa?
-Voy siempre a la moda Matilda, voy siempre a MI moda porque, si pienso lo que me indican, hago lo que me mandan y visto como otros quieren, ¿quién soy yo? ¿Un mero peón sin alma ni opinión?
-Y tú que tienes tanta experiencia abuela, me podrías decir el secreto para tener un matrimonio largo y feliz.
-No hay secreto Matilda, todo es cuestión de temperatura. No dejar que se enfríe nunca la cama, la conversación ni la cartera.
Y la abuela Manuela abandona el local porque ya son las dos y tiene que dar de comer a sus animales.