Conversación con amigo editor
Hay una costumbre que me ha acompañado, y me seguirá acompañando, durante toda mi vida. Y es el ir anotando las cosas que me parecen importantes y que seguramente, es posible que me sirvan de inspiración para nuevas novelas. Para mi no deja de ser importante el conocer a una persona, por ejemplo, pero es tan importante para mi vida, el dejar constancia de las circunstancias en que lo conocí o la impresión que me dejó. Entiendo que para la mayor parte de la humanidad esto será una tontería, pero yo siempre he querido ser escritor y esta es una manera de dejar constancia de unos datos que seguramente me servirán en un futuro.

Lamentablemente, al llegar en ----- a Estados Unidos fue imposible el ganarme la vida como escritor y tuve que pasar por varios trabajos que, si no enriquecieron mi bolsa, si que me sirvieron para entender la vida americana y aprender a hablar en inglés. Luego tuve la suerte de conocer a una persona que me facilitó el entrar como columnista en un periódico editado para los hispanos de Nueva York. Y ese fue mi comienzo.

Quizás el haber pasado por el periódico y por varios trabajos, me facilitó el que no pensara que era imposible el poder encontrar a una persona, sin conocer su edad, dirección, historia, etc. ¡Todo tiene solución!

Lo primero que hice fue ponerme en contacto con mi editor en España. Cuando le conté la historia, lo primero que hizo fue el aconsejarme que no se la dijera a nadie. Que me inventara otro tipo de necesidad de encontrar a esa persona. Comprendí pronto que efectivamente tenía razón. En este mundo siempre hay gente pendiente de sacar provecho de los demás, sea económico y con una idea que seguramente le servirá para hacer artículos o crear su propia historia. Mi editor, conociendo la España actual, estaba seguro de que la historia sería quemada literalmente, en pocos meses y si un día la escribía, sería ya vieja y sin posibilidad de llegar a altas ventas en este país.

Me facilitó el teléfono y el nombre de dos personas que no dudaba podrían ser claves para encontrar a mi bella desconocida. Máximo Siniesta y Leonor Rodero. El se pondría en contacto con ellos y les contaría una historia de algunas fotos olvidadas y de mi interés en poder devolvérselas.

Esa misma tarde, me llamó Máximo Siniesta y me facilitó el nombre y la dirección de los propietarios de la finca hasta que fue vendida para los apartamentos hacía menos de un año. Me comentó que lo mejor era hablar con ellos porque en el registro solo contaban muy pocas personas que hubieran alquilado los pisos (unos de ellos mis padres) y era normal que se alquilara sin registrar para evitar los impuestos.

Así pues, decidí dedicarme el resto de la velada a pasear por Valencia y llamé a unos amigos de mis tiempos de juventud con los que todavía seguía en contacto, para reunirnos delante de una sabrosa cena en un restaurante del puerto.

Mañana intentaré buscar a los propietarios, y si me conceden una entrevista, espero conseguir alguna aproximación a mi bella desconocida.

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