Bebé
Y el señor dijo: “no comeréis del árbol de la ciencia, del bien y del mal”.

Y el hombre comió. Y fue arrojado del paraíso. Es curioso que todo lo que dicen los libros antiguos se va cumpliendo. No importa cuánto tiempo, el camino puede ser largo, pero al final llegamos al lugar que nos indicaban los carteles.

Yo no soy religioso, pero he de reconocer que la gran cantidad de información que guardan los archivos Vaticanos, y el conocimiento de que la vida es un péndulo en el que se repiten las mismas cosas eternamente, me lleva a la conclusión de que, cuando recomiendan algo, no es por la palabra de Dios, ni por un lucro propio superior al de los políticos, grandes empresas o muchas personas, si pudieran. Normalmente es porque conocen que al tomar ese camino, el resultado, en un futuro, puede ser terrible: porque ¡ya sucedió lo mismo en el pasado!

El hombre no hace caso de nada. Busca un placer inmediato, y no le importa si al tomarlo, procura dolor en el presente y miseria en el futuro.

Actualmente vemos la enorme cantidad de jóvenes que han caído en la droga. Me apetece esto, pues lo hago, es mi libertad. Claro que lo es, pero también será la libertad de tus hijos si no te quieren, o de tus padres que sufrirán por ti. Pero todo es egoísmo, un egoísmo exagerado, un egoísmo que pone por delante nuestro placer y nuestros deseos, aunque sea por un mero instante, a nuestros hijos, padres, esposos, etc...

Hace algún tiempo cayó en mis manos este manuscrito que voy a transcribir a continuación. Está escrito por alguien que se define cómo ciudadano de finales del siglo 21. Me lo dio una persona a la que, según él, se le apareció alguien cuando caminaba por un lugar solitario; le dio el manuscrito y desapareció. No es que se fuera, no, desapareció difuminándose a pocos pasos de él.

Lo he leído y desde entonces no puedo dormir. No por lo que nos puede pasar a nosotros, es por lo que les va a pasar a nuestros nietos.

Cuando leas estas líneas te ruego que lo hagas con la mente abierta. Deja fuera todo tipo de prejuicios. Perdóname por lo mal escrito que pueda estar, ten en cuenta que hace muchos años que ya no se estudia el lenguaje de signos y menos la gramática. También hay que tener en cuenta que en la actualidad, casi todas las lenguas minoritarias han desaparecido.

Comenzaron a desaparecer en la primera mitad del siglo, cuando la gente se dio cuenta de que si no hablaban alguna, o todas, de las cinco lenguas mayoritarias, el resto le servían únicamente para hablarlas con sus padres, si todavía vivían.

En este momento ya no quedan animales salvajes. Algunos viven todavía en algunos zoos, muy protegidos porque el hambre hace que la gente los asalte, si pueden, los maten y los consuman.

¿Hasta este extremo hemos llegado?... si, y todavía más. Actualmente, para mantener tranquila a la población extrema, se reparten alimentos prefabricados. Aportan gran cantidad de proteínas y en el pasado, quizás una parte de la población, no los hubiera consumido al saber que son fabricados con los elementos sacados de las granjas de insectos.

En este momento todo sigue igual, el ser humano no cambia, han pasado los años en que se suponía que la colonización de otros planetas sería la solución a la enorme población de la tierra, luego se vio que, en realidad, a la tierra no le reportaba ningún beneficio, solo a las compañías promotoras de viajes espaciales. En algunos momentos, se recurrió a la implantación de anticonceptivos por medio del agua, e inclusive se provocó una epidemia que diezmó a una parte de la población. Pero si una parte disminuía, otro país vendía la medicina que lo curaba, y oleadas migratorias no solo llenaban el hueco sino que lo aumentaban en busca de beneficios que otros tenían con esfuerzo y trabajo, y que ellos no habían sabido crear en sus lugares de origen. A lo largo de la historia, siempre ha pasado esto muchas veces. Todo beneficio para unos eran envidiados por otros, con lo cual, siempre seguíamos en un proceso de sobre-explotación.

Las materias primas empezaron a agotarse, prácticamente no existían ya bosques, las frutas tenían ya unos precios prohibitivos, las abejas habían desaparecido y la polinización tenia que hacerse por medios mecánicos, después se abandonaron también y se recurrió a la generación en laboratorios, de algo parecido a lo que hacía ya tiempo que eran manzanas, o peras, melones, etc... del sabor original ya nadie se acuerda: y esto solo lo pueden consumir las grandes fortunas.

El abaratar costos llevó a la mecanización, y la mecanización a los robots, y los robots llevaron a la no utilización de mano de obra humana. Actualmente los puestos no intelectuales son ejecutados por gente biónica. Los puestos que generan más puestos de trabajo son los que requieren imaginación y muchos conocimientos. Un avión se conduce solo, pero necesita un piloto para poder tomar una decisión imaginativa, caso de un accidente o problema grave. El resto lo ejecutan los trabajadores biónicos.

La enorme demanda de estos trabajadores ha llevado a un nuevo sistema. La gente compra biónicos y los alquilan para ejecutar los trabajos para los que se demanden.

Yo mismo, en estos momentos tengo cuatro biónicos trabajadores y uno en el servicio de mi casa. Cada uno de ellos recibe un sueldo que es ingresado en mis cuentas. Esto parece algo extraño: ¿Para qué mandar a un robot que recibirá un sueldo, si esto lo podría ejecutar un humano? No, la diferencia es enorme. Veamos, un humano necesita dormir, un biónico no (con tres o cuatro horas para hacerse un chequeo y recargar, posiblemente, sus generadores, está en perfecto estado). Un humano puede tener enfermedades, un biónico no. El humano se equivoca, el biónico, no. Un humano puede bajar su rendimiento por problemas que le afecten, el biónico no. Un humano puede hacer huelgas o causar problemas, un biónico no.

Las grandes compañías tienen plantillas enormes de biónicos, pero las pequeñas prefieren contratarlos y, de este modo, es el propietario el que se encarga de cargarle los procesos que le son requeridos por el contratante.

Esto tiene un gran inconveniente para la gente extrema (la gente extrema son los humanos que ya no tienen ninguna modo de generar suficientes créditos para vivir). En este momento se calcula que, cómo mínimo un 60% de la población está en este caso.

Esta gente sin solución ha llevado a que los casos de robos, asesinatos, y violencia lleguen a extremos impensables. Actualmente no se concede ninguna importancia a los casos de asesinatos entre extremos. Es un mundo dentro de otro mundo, un mundo de gente sin ningún futuro ni ilusión, cuya única meta es sobrevivir, tampoco saben para qué.

La posibilidad de salir de ser extremo a otros niveles es casi imposible.

En los otros niveles, en los que me encuentro yo, se vive bastante bien. cómo siempre, los ricos viven en la opulencia y los pobres vivimos cómo podemos. Pero vivimos. No somos extremos.

No solamente estaríamos hablando de la comida, también está el agua. Siempre se ha dicho que era un bien escaso, pero actualmente su utilización está mas restringida; y a precios prohibitivos. Entre los extremos, la cosa empeora de manera inimaginable.

Este es el mundo que habéis creado vosotros, este es el mundo que vuestros dirigentes sabían que iba a llegar y que, por mandar, por tener el poder, se os ha ocultado prometiendo mundos maravillosos y soluciones para vivir vidas de felicidad en paraísos soñados. ¡Pobres ilusos!, solo se os daba cuerda para que os ahorcarais, no solamente vosotros, también las esperanzas de vuestros hijos y nietos. ¡Ojalá que seáis capaces de cambiar el futuro!, de comprender que sería mejor que cuidarais lo que tenéis y no dejarais que los egoístas y ambiciosos se aprovecharan de un bien de la humanidad. Ojalá comprendierais que todas las cosas se consiguen con el esfuerzo y que la peor manera de empobrecer a un pueblo es regalar pan y circo, como aquel antiguo pueblo de los Romanos decían, para que no piensen en el futuro.

Pero voy a comenzar a contaros una pequeña historia; que servirá mejor que mis palabras para que comprendáis el mundo que estáis construyendo.

Recuerdo que aquel día me levanté temprano. Mi compañera y mi hijo todavía dormían. Vivíamos en el piso 63 de una de las torres Valiant, muy cerca del puerto. Hace ya tiempo que la vida en los suburbios, o las urbanizaciones alejadas de la ciudad, es imposible. No hay medios para poder contener a las oleados de extremos, que asaltan y roban lo que pueden, en cualquier sitio no vigilado por la policía.

Es un apartamento modesto de 60 metros cuadrados, cómo la gran mayoría de los actuales.

Yo soy técnico en la programación de biónicos, mi compañera es científica en unos laboratorios de física, y mi hijo estudia en casa, cómo todos, para piloto de naves espaciales. cómo veréis, una vida totalmente normal y anodina.

Yo hace tiempo que no ejerzo, mi profesión ya está siendo realizada por unos centros especializados en los cuales, unas bases de datos enormes, contienen todo el saber de las distintas especialidades. A veces soy requerido para actualizar algunas bases, pero normalmente dependo de los cuatro biónicos que tengo alquilados. Antes de ver que mi profesión ya no tenía futuro, dediqué una parte importante de mis reservas económicas en comprar los cinco. cómo ya dije, cuatro están alquilados, dos son camareros en un restaurante retro, otro trabaja en una planta de reciclado, otro inspecciona y recibe mercancías en unos almacenes y, a nuestra biónica casera, la llamamos Puri y es la que mantiene nuestra casa limpia, y sale a hacer las pequeñas compras que no nos llegan automáticamente.

A media mañana recibí una llamada de mi gran amigo Pat, que me pidió venir a verme pues tenía algo que necesitaba consultarme. Por supuesto le dije que viniera cuando quisiera, que estaba a su disposición.

En poco más de medio hora, mi amigo se presentó en mi casa.

Después de saludarnos y tomarnos un refresco, nos sentamos en el pequeño balcón del apartamento.

-Tengo que consultarte una cosa muy importante para mí -dijo, con una expresión de gran preocupación.

-Tú dirás, si está en mi mano la solución, ya la tienes -contesté al tiempo que le ofrecí una copa.

-Verás, he decidido comprar un biónico, la mecánica espacial está cada vez más en manos de ellos, y veo que el día menos pensado, van a prescindir de mis servicios ¿Cuánto puede costar un biónico para estas labores?

-Pues un biónico formado para labores de mecánico espacial te costará caro, en torno a 150.000 créditos. También puedes comprar uno sin especialización y, yo te puedo conseguir que le pongan el programa de manera gratuita, o casi. Esto te costará unos 60.000 créditos.

-Estamos hablando de mi sueldo de seis meses, en el mejor de los casos. No puedo gastarme tanto ahora ¿Puedo comprar uno de segunda mano y reciclarlo?

-Si, pero estaremos hablando de la misma cantidad, 5.000 créditos arriba o abajo, y tendrás menos posibilidades de alquilarlo. También necesitarás un certificado de conocimientos y esto es difícil que te lo den.

-Pero tu si que puedes hacerlo.

-Sí, puedo, pero quiero que entiendas que estaré arriesgándome no solamente a perder la licencia, pueden inclusive ponerme una multa o hacerme un juicio de resultados francamente inciertos.

-Pero... ¿me lo harías?

-Sabes que no se lo haría a nadie, pero a ti no puedo negarme, y arriesgo mucho.

-Té lo agradeceré toda la vida. Francamente, no tengo otras salidas. Si no me defiendo con esto, me veo integrando un grupo de los extremos.

-No digas eso Pat. Eres, con mucho, el mejor técnico en naves que hay en esta parte del país.

-Sí amigo mío, lo sé, no hay que tener falsas modestias. Pero la vida está muy difícil, yo mismo, sobrevivo con mi sueldo porque no tengo hijos ni compañera. Por no tener, no tengo ni gato; para no tener que comprarle, para comer, esa bazofia que reparten entre los extremos.

-Todo se arreglará, ya verás cómo sí.

Y mi amigo salió de casa dejándome muy preocupado.

Pasaron seis meses, y la regulación que mi amigo sospechaba que se podría hacer en su empresa, no se había realizado todavía. Los comentarios cada vez iban más en ese sentido, pero no terminaba de confirmarse.

Una tarde recibí una llamada de Pat que me decía.

-Dentro de un rato irá un biónico por tu casa. Lo he comprado. Se llama Bebé. No sé si es de segunda, tercera o cuarta mano. Yo mismo le he enseñado en casa durante estos meses. Te ruego que lo veas, y me digas si no habrá problemas en darle el certificado. Ya ha estado en la empresa que trabajo y ha pasado todos los controles con muy buena nota. Si tú no le ves problemas seguro que lo admitirán.

-Pero -le comenté muy preocupado- ¿Qué por fin van a hacer cambios de plantillas en la empresa?

-Sí, yo dejo ya de trabajar el mes que viene. No tengo otra solución.

-Mándamelo, haré todo lo que pueda.

Y con esto cortamos la conversación y esperé que llegara el biónico.

No tardó más de media hora en presentarse. La impresión fue buena. No era un modelo actual, eso se veía desde lejos, pero estaba francamente bien conservado. Se notaba que mi amigo había hecho un gran trabajo. La apariencia era inmejorable, los movimientos perfectos, y luego le comenté a mi amigo que prefería al biónico porque hablaba mejor que él y se comportaba con más educación. Por supuesto con todo el cariño y en plan de broma.

En los modelos actuales las articulaciones de las manos, y de la cara, están más conseguidas y, prácticamente, no se distinguen de las humanas, pero este estaba muy bien conseguido. Mantenía una conversación y podía durar todavía bastantes años, al menos los suficientes para que mi amigo se recuperara y pudiera encontrar una salida mejor a su vida.

Se marchó el biónico e, inmediatamente, llamé por teléfono a Pat que conectó enseguida la videoconferencia. Se le notaba en el rostro la tensión que tenía, esperando lo que yo le tuviera que decir de su adquisición.

-Pat -le dije: procurando no decir ninguna palabra que pudiera comprometernos en ninguna ilegalidad pues, con toda seguridad, nuestras palabra sería procesadas en algún centro de control de la población- está bien, lo encuentro muy actualizado en su software. Las normas generales las cubre con nota y supongo que, en lo tocante a tu trabajo, lo habrás actualizado suficientemente, y serás consciente de ejecutar su mantenimiento básico diariamente.

-Por supuesto, no te preocupes. Sabes que soy muy responsable.

-Adelante pues, pasa a recoger el certificado cuando puedas.

En los próximos cuatro meses no supe nada de mi amigo Pat. Me preocupé de enterarme cómo funcionaba Bebé, y me confirmaron, que no habían tenido ningún problema con él.

Mi amigo se había cambiado a un apartamento más pequeño. Al fin y al cabo solo para él y la realización de las tareas de mantenimiento del biónico, sobraba.

Hacía algo más de cuatro meses cuando recibí una llamada de Pat.

Cuando lo vi en la pantalla me pareció un hombre agotado. Había envejecido diez años, y me dio la sensación de tener alguna enfermedad.

-¿Qué te pasa Pat? -pregunté muy preocupado.

-Nada grave amigo mío -contestó- será la buena vida, no me hago a estar sin nada que hacer. El alquiler de Bebé me da apenas para malvivir, pues el sueldo es una parte del que yo ganaba y, las piezas de repuesto y las recargas se llevan una parte, mínima cuando tienes créditos suficientes, pero enorme cuando tienes los justos.

-No te preocupes -le dije intentando buscar una solución- mándalo aquí diariamente y yo lo recargaré, y haré el mantenimiento junto con los míos.

-Te lo agradezco, pero cada uno ha de solventarse sus problemas. Quería comentarte que, cómo sabes, estoy totalmente solo, no tengo familia y mi mejor amigo eres tú. Sabrás que se ha recibido un nuevo boletín en el que, aparte de confirmar nuestros datos, piden que se declaren los bienes posibles, en los que entran los biónicos, También hay un apartado en el que has de nombrar a una persona a la que, caso de que te pueda pasar algo, puedan consultar sobre su vida diaria, sin ningún tipo de compromiso para él. Si tienes alguna novia a quien llamar, hijos ilegítimos, amantes, etc... yo te he puesto a ti. No va a pasar nada, naturalmente, pero quiero que sepas que en ningún caso podrán achacarte nada sobre Bebé. Todo lo legal está resuelto.

-¡Por supuesto que estoy conforme! -le dije intentando tranquilizarlo en lo posible- he recibido el boletín con el formulario electrónico. Y me hubiera enfadado si no me pones a mí. Nada va a pasarte, eres joven, tienes una salud de hierro y seguro que, en estos meses habrás empezado a estudiar alguna salida estupenda. Déjate de lloriqueos y vente para mi casa, que hablemos un rato largo mientras nos tomamos un refresco.

-Te tomo la palabra -contestó un poco más animado- el próximo domingo me tienes contigo llorando a lágrima viva.

El sábado por la mañana recibí una llamada urgente.

-Buenos días señor, ¿Es usted la persona de confianza de Pat Romero?

-Sí -contesté algo preocupado- ¿En que los puedo ayudar?

-Necesitamos que se presente usted urgentemente en la empresa donde trabajaba el señor Romero.

-¿Le ha pasado algo a Pat o a Bebé? -pregunté ansioso- ¿Está bien Pat?

-No sabemos que decirle, es difícil de explicar, venga urgentemente.

Tomé inmediatamente un trasporte, y en poco menos de diez minutos, entraba en las naves de la empresa en la que Pat trabajó veinte largos años. Había una gran conmoción, gente por todos los lados, policías, enfermeros, técnicos...

Me hicieron pasar a las naves de mantenimiento, y a lo lejos, en el suelo, vi al biónico destrozado. Era fácil darse cuenta de que una pieza que había saltado de algún sitio, lo había, prácticamente, destrozado.

-¡Madre mía! -exclamé- es Bebé, el biónico de Pat. ¡Está destrozado!

-Sí -dijo el hombre que me acompañaba- es su biónico, pero es algo más.

Cuando estuve cerca no pude evitar un grito de horror. En el suelo estaba destrozado el traje de metal tejido, la máscara de plástico biológico partida en dos, pero también estaba la cara destrozada de mi amigo, sus brazos rotos y sus intestinos desparramados por el suelo. Dentro de la carcasa biónica, mi amigo había continuado yendo a su trabajo, simulando que era uno más de los robots.

No tuvo suficientes créditos para poder comprar el biónico, y tampoco quería poder ser considerado un extremo. Antes que vivir esa vida había preferido simular ser un robot, enfundarse el traje metálico, cubrirse las partes humanas con las máscaras biológicas, y seguir haciendo el trabajo lo mejor que sabía, cobrando unos pocos créditos, pero sintiéndose, hasta su último instante, una persona útil y humana.

Esa noche hablé con mi compañera y le conté lo que había pasado.

Lo que más le preocupaba, era mi posible imputación en el asunto del certificado de trabajo cómo máquina útil y segura, dado por un experto. Pero mi amigo había dejado claro ese asunto. En un escrito dejaba claro, aunque para mí la certeza es que todo era mentira, que había robado un biónico, y yo había certificado ese número y ese permiso. Luego, devolvió el robot, y le cambió la placa por uno destrozado por los extremos. El truco era fácil de detectar, pero yo siempre hubiera salido sin culpa.

El llegar a un mundo en el que una persona quiera hacerse pasar por un robot para poder seguir siendo persona, me destrozaba. El ver a lo que habíamos conseguido que llegara la raza humana, el ver que, en vez de ser cada vez más humanos, el camino que teníamos era el de perder la poca dignidad que nos quedaba, me atormentaba.

¿A quien podría comunicarle mis pensamientos? A los únicos que sería útil el decírselos era a la gente del pasado. Nosotros éramos ya un mundo perdido.

Estaba demostrado que el futuro en el que cada uno vive no puede ser alterado, pero cada persona puede tomar otras direcciones, y encaminar su vida por otros futuros paralelos llamados líneas de tiempo. ¿No habría manera de poder hacer llegar al pasado esta historia para que, si no todos, algunos pudieran intentar cambiar el rumbo de esta maldita especie inhumana?

-Si, puedes -dijo mi compañera- en tres días habrá, casi seguro, un pliegue en el tiempo. Tengo los cálculos del lugar idóneo donde se producirá. No sé en qué época se abrirá, sí sé el lugar, será el mismo pero de hace un mínimo de 50 años y un máximo de 150. Los pliegues nunca son mayores, pero sería muy interesante, ver si es posible que podamos entregar algo físico a unas personas del pasado.

- Lo haré -dije entusiasmado- por supuesto que lo haré.

Y comencé a escribir este pequeño relato que no se si podré entregar, ni cuando, ni a quién. ¡Ojalá caiga en las manos de alguien que comprenda que esto no es una historia imaginada, y vea el importante mensaje que les voy a hacer llegar!

Como decía, he intentado ponerlo con palabras que puedan ser entendidas en todas las épocas. No describo trasportes, novedades futuras ni la falta total de cariño que nos ha llevado a esto.

Solo ver el fondo de la cuestión, rectificar, poner freno a la explosión demográfica, no matéis a los animales, nosotros ya no los tenemos, dejar los bosques, no seguir a ningún líder, os engaña. Pensar por vosotros mismos, estudiar el pasado porque el pasado es el padre del presente, y vuestro presente, será el padre de nuestro futuro. Dejarnos tener lo que vosotros habéis gozado, somos vuestros hijos.

Ver: Nota 4

Nota

Nada tenemos que añadir a este escrito que nos llegó no diremos de dónde.

Es fácil de entender el por qué no queremos dar ningún tipo de datos, y también se han quitado los que podrían comprometer al autor. Esta narración puede prolongarse a través de los años y, si fuera reconocida en la época en que se escribió, podrían fácilmente llegar a relacionar los estudios de los personajes y el accidente, con algo que esté recién ocurrido. Esto llevaría a poder acusar al autor de la falsificación de la documentación del robot llamado Bebé. Dejemos pues que descansen en paz en ese futuro cercano Bebé y Pat, y esperemos que el autor pueda ser lo más feliz posible en ese futuro, que estamos creando en este momento.

fom