En las recetas de aliños debemos probar, antes de ofrecerlas, las cantidades. No a todo el mundo le gusta igual de salado o que se note excesivamente tal ingrediente. Recomendamos hacer una prueba sin pasarse de cantidades e ir añadiendo algo más del componente que notamos a faltar.
El aliño, en la comida, es como el vestido de una bailarina, su arte es ella misma, pero si le añadimos un traje boito, sin menoscabar su baile en lo más mínimo, complementa la expresividad de su danza.
Es el marco de un cuadro perfecto, es el acompañamiento de una canción hermosa.
Una buena carne, unas ensaladas, un pescado...un aliño en su justa proporción y sin exagerar, potenciará su sabor y nos mostrará aromas y texturas que desconocíamos.