Septiembre 1935
-¿Com va aixo, fill? (¿Cómo va eso hijo?)
-Mal padre, va mal. Estamos viviendo en una sinrazón. Es todo una locura. Todos quieren mandar y nosotros queremos que no mande nadie. Algunos partidos, solo quiere destruir sin sentido. Mal vamos si los que mandan lo hacen más para odiar que para progresar.
-Está claro hijo -contesto su padre cambiando de idioma- ayer entraron en la iglesia de la plaza unos grupos incontrolados, consentidos ya sabes por quién, llevando con ellos una piara de cerdos y un rebaño de ovejas con la intención de profanar el templo. No es así como se tiene que convencer a un pueblo de nuestras ideas. Esto nos lleva a ser igual o peor que lo que queremos cambiar.

Plaza de Emilio Castelar (Hoy de Ayuntamiento) Huelga. Y todo...¿para que?
Enero de 1939
¡Que me llevan a matar! Chillaba como una rata, histérico dentro del coche, intentando inútilmente golpear los cristales. ¡Que me llevan a matar! Repetía gritando una y otra vez intentando en vano llamar la atención de los transeúntes.
-Es diferente esperar la muerte a darla, ¿verdad Zapatones? -le reprochó uno de los acompañantes- ¿A cuántos inocentes has matado a patadas en la checa rata inmunda?
-¡Que me llevan a matar! -siguió chillando fuera de sí y dando patadas y golpes con la cabeza en los cristales.
-La situación dentro del coche no pudo resolverse de otro modo -concluyó Galdós-. Uno de los hombres, con la misma pistola de «Zapatones», le disparó a bocajarro en el estómago.
-Me contaron que la enorme cantidad de sangre que manaba de aquella bola de sebo, se derramó por los asientos y, a través de algunos agujeros de bala en el suelo del coche, fue cayendo a la calle de Jesús marcando en su recorrido un reguero, una trágica línea roja que aún se aprecia en el suelo. Después, arrojaron a aquella rata a la acequia de Favara. Del coche no sé lo que harían, no me lo han dicho -Termina su relato Galdós.